La aprobación de la reforma de pensiones ha desatado un torbellino de reacciones en el mundo político chileno. Oficialistas y oposición se declaran ganadores, cada uno interpretando la reforma a su manera.
Por un lado, los oficialistas ven la aprobación como una victoria contundente que les permitirá, en el futuro, buscar el fin de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Por otro lado, la oposición considera que la situación está “terminada”, aunque no se explicita qué significa exactamente esto.
El diputado Raúl Leiva, representante de nuestro distrito, adopta una postura más matizada. Considera que la reforma es un avance, pero no está completamente satisfecho.
Leiva hubiese preferido una reforma más profunda, pero reconoce que existen limitaciones económicas y legales que impiden llevarla a cabo.
En este contexto, es importante recordar que la reforma de pensiones busca aumentar las pensiones de los chilenos, especialmente de las mujeres, y terminar con la discriminación en el sistema previsional actual.
La reforma propone un sistema mixto, con un componente de ahorro individual y otro solidario, financiado por los empleadores.
Además, se crea un fondo de pensiones públicas y se elimina el retiro programado, reemplazándolo por una renta vitalicia con herencia